Las Alfombras persas auténticas, otrora consideradas "arte menor" en Occidente, fueron siempre respetadas como ARTE MAYOR por los Persas, ejerciendo un efecto profundo sobre al alma. A través de su ARTE MAYOR, Oriente logró introducir su espíritu en el corazón de Occidente.

El carácter particular de este arte exquisito, nutrido de silencio y meditación, actúa como un enclave único de la sensibilidad y la mentalidad de una civilización en la otra. La mayoría de las alfombras persas son tejidas por mujeres, que por tradición se pasaron los diseños y símbolos de madres a hijas, agregando su propio estilo cada una.

Se pueden identificar las alfombras de donde vienen o a qué tribu pertenecen por sus símbolos y combinaciones de colores. Los colores son el alma de la alfombra, tienen relación con la antigua religión zoroástrica de Persia, donde el rojo significa fuego que purifica el alma y el azul al agua que sustenta nuestra vida, y por cierto siempre, relacionada con el cielo.

Las bellas combinaciones de colores las distinguen de las copias. Estas hermosas composiciones no se logran solo con los movimientos físicos de los dedos y las manos, sino con el "espíritu de vida " que entra en ellos.

A las alfombras persas hay que sentirlas, y es a través de los ojos que las podemos sentir. Ya Henri Matisse decía:
"Para saber los secretos de la combinación del color hay que observar las alfombras persas".

Concebidas originalmente para uso cotidiano, las alfombras persas son exhibidas actualmente en los mejores museos y casas de subastas del mundo como una de las formas más refinadas de arte, al mismo nivel que las obras de grandes maestros de la pintura y la escultura.